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Tras los pasos Sanmartinianos
(San Martín I)

Una espectacular travesía de relevamiento a los andes sanjuaninos, donde no faltó esa cuota de exploración que hace crecer la pasión por esta actividad de turismo aventura en 4x4. El contacto permanente con los medios naturales y sus ocasionales pobladores revivió la epopeya de aquellos hombres que hace casi dos siglos se animaron a adentrarse en lo más profundo de la cordillera....


Perder con alegría:
Los primeros días de Mayo del 2005 y la inminente llegada del invierno austral presentaba un riesgo “casi” calculado, pero como se vería más adelante, tomábamos a esta aventura de la misma forma que un pequeño equipo de fútbol de provincia le juega un mano a mano a la primera división de un equipo grande, la idea era aprender y foguearnos en un terreno que no nos era conocido. Perder por goleada (6-0) fue a esta altura, un simple hecho anecdótico que nuestro DT transformó en futura revancha apenas pasado este invierno. La nueva ruta ya está en el fixture de Noviembre.

Los jugadores:
Cinco camionetas y diez jugadores formaron el equipo visitante, el “fichaje” en el ingreso al primer camino minero detallaba lo siguiente:

Toyota Hilux SR: Miguel y el Colo (nuestro DT)
Mitsubishi L200: Guillermo y Edu (lo más parecido a un “Gato Dumas” cordillerano)
Toyota Hilux SRV: Nicolás y Eduardo (el “viajero” que ya tenía un partido perdido por estos lares)
Toyota Hilux SR5: Javier y Carlos (dignos representantes del Toyota Adventure Team)
Land Rover Defender: Pablo “Pai” y Dante (un inefable dúo capaz de reproducir con certeza la tonada de cualquier habitante de habla hispana)

La cancha:
Una extensa área limitada al norte por el río Calingasta, al Sur por el Blanco, al Este por el valle del río Los Patos y al Oeste el límite internacional con Chile definirían las líneas de fondo y los laterales de nuestra cancha, justo en la zona “blanca” de cualquier mapa rutero consultado, exactamente así como más nos gusta a nosotros (somos un equipo chico pero con grandes aspiraciones!). Remontar casi los 200 kilómetros que nos separaban de las nacientes de los ríos por sus márgenes, fue la estrategia definida para encarar el partido, algo que una vez en el lugar tomó categoría de redundante, seguramente tanto como lo debe de haber sido para los hombres de San Martín.

Las eliminatorias:
Cientos de e-mails intercambiados con los jugadores, los amigos operadores locales, los responsables de las mineras y el misterioso “plano del tesoro” como le llamábamos al croquis de los legendarios Coroneles de San Juan que el amigo Federico Kirbus nos había hecho llegar, terminaron de definir la jugada de pizarrón en la mítica Jauso-cueva de Castelar. Las jugadas que el DT planteaba pasaban desde la búsqueda de un accidente aéreo en la cordillera (un DC3 caído en la década del 40) hasta la llegada a uno de los hitos cordilleranos materializados por el IGM en el área del Pachón. La lista era grande y el tiempo previsto para conseguirlo solo definía una seguidilla de tres campamentos agrestes lo más profundo en la cordillera que se pueda.
La logística para cumplimentar el objetivo, era como es natural tan abultada como el hecho de transportar al momento de ingresar, más de 200 litros de combustible por vehículo y alimentos para una semana de permanencia a bajas temperaturas.

El precalentamiento:
Viajar toda la noche del Jueves 5, nos puso en la pequeña localidad de Media Agua a primeras horas de la mañana. Fiel a la máxima de todo buen travesista que reza lo siguiente: “...si es posible aproximar al objetivo en la forma difícil, así se deberá hacerlo”. La Pampa del Leoncito nos vio llegar desde la vía no tradicional de la huella de Los Berros y la Ciénaga del Yaguaráz. Un encuentro milagrosamente “a tiempo” con las Hilux del TAT y de Aventurismo que venían desde Mendoza justo en el centro del antiguo mar de barro seco, sirvió para comenzar con el frenesí de fotos que ya al final del viaje se podían contar por cientos. La visita al ex corredor de fórmula 1 Ricardo Zunino y su magnífica posada rodeada de amarillentas arboledas otoñales en la linda Barreal, solo fue una excusa para comenzar a dar de baja parte del inventario de provisiones.
Calingasta y el puente sobre el río homónimo nos vio ingresar a eso de las 15.00 hrs. El cartelito era claro, Mina La Lumbrera estaba a solo 27 kilómetros río arriba. Llegar hasta las instalaciones (de ahora en más llamada “el refugio del troglodita”) no deparó mayores inconvenientes, entender a éste personaje, sí. Ya comenzábamos a darnos cuenta, que a la gente que pasa su vida en éstas soledades, las interrogaciones deben ser lo más concretas posibles, “ir para arriba”, no es lo mismo que “seguir río arriba”. Más de una hora intentando una huella que el hombre señaló “para arriba”, hacía evidente que la distancia al Calingasta se hacía cada vez más amplia. Había que volver a “dialogar”, mandamos a un intérprete, tal vez confiando en la vendedora verborrágia de Javier, tal vez él pueda encontrar las palabras para explicar nuestro objetivo. “$10 por cabeza” dijo el hombre y nos abrió una tranquera que nos dejó en una antigua huella minera que sigue el curso del río. Un lenguaje universal que “casi” todos entendimos,.. era hora de pagar.
Poco más de 20 kilómetros río arriba y nuestra primera noche cordillerana se hizo evidente, el DT debería buscar un lugar adecuado para acampar en medio del hermoso cañadón colorado del río Calingasta. Las estrellas y el frío comenzaban a templar el ánimo de los jugadores, el ritual del fuego y la conversación nos hermanaba aún más con aquella epopeya cordillerana que habíamos venido a revivir desde la comodidad de nuestras bolsas de duvet. Precalentar como antónimo, serviría !.

1 a 0: El portezuelo de La Totora
Transitar la vieja huella remontando el río justo hasta sus nacientes en la cordillera de la Totora no fue difícil, poner las cadenas en la nieve si lo fue.
Primero 10, luego 20 y cuando la cuenta llegó a 60 nos tenía justo enfrente del portezuelo nevado a más de 80 kilómetros del pavimento de Calingasta. Un verdadero cajón nevado de imponente belleza se había tragado los últimos cinco caracoles, estábamos jugando a 4000 metros. El sol a pleno junto con la buena temperatura acompañaron nuestro repaso del ABC para el manejo en la nieve. Eramos ahora cinco vehículos buscando la pasada, divertimento a destajo pero inútil a la causa, la cordillera finalmente abrió el marcador. Un oponente fenomenal que lucía el blanco de la camiseta con majestuoso orgullo, teníamos que seguir entrenando,... bajamos y rearmamos la estrategia.
Con dos horas de luz remanentes, era hora del Plan B. La gomería de Barreal y la segunda reparación de cubiertas para Javi (se olvidó de bendecir los botines antes de salir, motivo por el cual fue el único en pinchar 4 o 5 veces!) definió como continuar. Los delanteros (Hilux SR y L200) y el mediocampo (SR5) seguiríamos hasta Las Juntas a pernoctar (la operacionalidad del puente Bayley sobre el río Los Patos, ahorraba un rodeo de más de 50 km. y definiría el día siguiente), la defensa (de ahora en más “los blandos”) a reponerse al hotel después de la dura noche cordillerana.
El DT se había quedado “calentito” con el primer tanto y se negaba a abandonar tan temprano, pedía tiempo suplementario. Ir a tomar el té al hotel, no era una opción calculada en la estrategia de juego. Salimos de Barreal en dirección a la desembocadura del majestuoso Blanco. (segunda y última “llave” de acceso a la cancha cordillerana). Llegamos al puente y para nuestra sorpresa, nos encontrarnos con la amabilidad de Andrés y Enrique -empleados de la firma minera Noranda, cuidadores solitarios de “esos fierros” que pasan 40x14 días en medio de la nada- y que desinteresadamente nos ofrecieron uno de los dos contenedores para que podamos pasar la noche, no hizo falta insistir demasiado, esta vez dormiríamos bajo techo. Las ilimitadas provisiones que la empresa les deja para su larga estadía fueron compartidas con gusto por nuestros anfitriones. La camaradería y los jugosos datos comenzaron a fluir naturalmente. Fue una decisión acertada, “los blandos” deberían madrugar, nosotros no !.

2 a 0: Los erizos fósiles
El fuerte viento de la noche hizo que más de uno de nosotros jurara que el contenedor se movía, los ronquidos, parecía ser otra de las opciones más que sensata. Solo el café y la sorpresa del madrugador grupo “hotelero” nos hizo abandonar nuestras cálidas bolsas de dormir. Empezábamos de nuevo y solo 27 km. nos separaban del primer Wpt. y último refugio disponible, El Molle (precario asentamiento usado por los andinistas como campamento base para los ascensos al fabuloso Co.Mercedario). Una increíble coincidencia, puso al sobrino motoquero del Coronel Pebi (el autor del “plano del tesoro”) en nuestro camino. Volvía de una excursión de pesca cuando se topa con nosotros para dar aviso de su regreso a la minera. Los datos de cortadas recientes, acarreos caídos, hitos accesibles y hasta erizos fosilizados nos pone rápidamente en marcha para nuestro más duro día. Empezaríamos con éstos últimos, ya que erizos fósiles no se ven todos los días,... lamentablemente en éste día, tampoco. Nos equivocamos de montaña, pero juro tener la foto de la correcta (más tarde confirmada por Gendarmería), el partido empezaba a complicarse,...

3 a 0: El DC3 de Panagra
Una vieja historia documentada, daba cuenta de un avión caído muy cerca de nuestro objetivo, como resistirse a intentar buscarlo, si 200 kilómetros cordillera adentro no es cosa de todos los días, encontrar un “pájaro perdido” tampoco.
A casi 80 kilómetros de El Molle y en un desvió no indicado giramos a la derecha para intentar ver con artillería “telescópica” la ladera del imponente cerro Estrella, al cabo de un rato y mientras el equipo entrenaba en técnicas off-road subiendo a una mina abandonada, el DT avisa por radio de una forma tubular observada muy cerca de la cumbre, la adrenalina y la piel de gallina puede sentirse por la radio. Rápido reagrupamiento y que si y que no, todo tipo de conjeturas se hacen presentes en el grupo, queda resuelto que este posible hallazgo requería de una mejor aproximación por el Oeste y un nuevo viaje ya se estaba gestando. Si de excusas se trata, esto del 4x4 es una verdadera fábrica de ilusiones. El no tener el tiempo necesario para investigar y lo mucho que nos faltaba por andar, le dio otra vez el punto a la Madre Naturaleza,... y van,...

4 a 0: El Hito Pachón
Una recién construida pista de aterrizaje, puso las cosas a favor de los navegantes del grupo, la minera Noranda como muchas otras sabe perfectamente la economía que significa el vuelo en los andes. A casi 220 kilómetros cordillera adentro desde Barreal, son incontables las posibilidades de obstrucción que el precario acceso a esta desolada porción andina tiene.
Ganar la lotería, creo que no nos hubiera puesto tan contentos como el hecho mismo de descubrir las instalaciones mineras escondidas tras una curva, todos estabamos conscientes de que habíamos llegado muy, pero muy lejos. Habíamos probado lo que el clima es capaz, sabíamos que estábamos solos. Contar con un refugio a estas alturas era el mejor calmante del mundo. Estábamos al límite y queríamos más. Divisábamos ahora en un verdadero cajón nevado, tres desarrollos (así llaman los mineros a las trazas zig-zags de exploración) y solo el central llevaba bien arriba de una ensilladura entre dos cerros, era el lugar lógico para plantar el hito fronterizo, era solo cuestión de subir ese filo.
La experiencia de trepar un angosto camino nevado abriendo la nieve a nuestro muy lento paso (las cubiertas MUD a vuelta de rueda, resultaron más eficaces que las mismas cadenas) y con un altísimos precipicios a nuestros flancos, pechando la nieve a semejante altura relativa con el fondo del valle, resultó una de las experiencias más atemorizantes y adrenalínicas que he tenido. La vista del hito a solo 200 metros nuestro, el premio.
Habíamos llegado al límite internacional, nos sentíamos orgullosos de haber tenido el coraje de llegar, esa simple estructura metálica representaba mucho para nosotros, sencillamente estábamos orgullosos de ser argentinos!.
A más de 4200 mts. de altura, en Mayo y a muchas horas de cualquier parte, dejamos esos 200 metros para otra oportunidad. El 4 a 0 ya no importaba. Estábamos contentos si tan solo podíamos girar en esa angosta huella nevada y volver sobre nuestros pasos.

5 a 0: La laguna Blanca por el arroyo del Colo
Ya cuando estábamos listos para salir a “turistear” al Tontal, descubro que en algún momento del día anterior había perdido la cámara de fotos (el contador ya superaba las 500 imágenes). El recuerdo de la última imagen tomada y el último cambio de volante estaba a nos más de 50 km., era hora de volver.
Llegar a la base del increíble Mercedario, es tarea fácil,... para las mulas!. Un viejo trazado hecho y abandonado hace más de 30 años por Fabricaciones Militares fue nuestro objetivo “involuntario” del día. Justo la excusa que necesitábamos para explorar el circuito de Laguna Blanca y esa vieja traza de acceso a la base del Mercedario. Mientras encontrábamos la cámara en medio de la huella, tal cual la habíamos perdido el día anterior, quisiera destacar que a esta zona de la cordillera entraron solo tres grupos de 4x4 particulares en los últimos 2 años (6 vehículos en total), dos con Eduardo –Agosto 2004-, tres de los amigos de Luis Reibaldi –Abril 2005- y la otra de Pani en Febrero 2005, todo según los registros de la minera y paso obligado de los visitantes). Estábamos seguros de poder encontrarla. Y así fue!
Imposible!, dijo Guillermo. Del uno al diez, siete dijo Javier, pero ambos coincidieron que la traza requiere al menos de tres días de trabajo y el éxito no está asegurado. Parece que el Mercedario guardará sus secretos por algún tiempo más, al menos para los 4x4, las motos, tal vez,... y ya casi habíamos perdido la cuenta: 5 a 0

6 a 0: La laguna Blanca por el Pichileguas
Uno de los lugares más sorprendentes del viaje, está a no más de 50 km. de El Molle, justo cuando el río Salinas se une al Blanco y comienza un espectacular trazado en ascenso a tres portezuelos (Las Mulas, Pichileguas, Las Ojotas), al final del segundo y un poco a campo traviesa se llega a empalmar la antigua traza de F.M. que cierra un circuito circular con el “arroyito”, valía la pena intentarlo.
El avance lento pero posible (mallines y piedras debieron ser sorteadas) hasta que unos kilómetros adelante, la amenaza de Dante de dejarnos “hecho un moretón” si destruíamos un bosquecillo de espinillos que interceptaban la huella, fue la excusa justa para hacernos abandonar (nadie tenía serias intenciones de destruír nada, solo faltaba un reto a tiempo).
Un 6 a 0 que tomamos de buen grado, no habíamos venido a depredar, habíamos venido a divertirnos,.. y de eso ya teníamos bastante!.
La vuelta por Las Hornillas desde Santa Ana y la visita a la traza que tomó la columna de San Martín, fue de lo más sencillo y turistera que habíamos tenido en estos últimos cuatro días de intensa actividad. La visita al puesto de Gendarmería de Condarco, nos torturó con nuevos datos y accesos a nuevos hitos fronterizos. Si el fixture de Noviembre no estaba bien resuelto, ahora ya tomó trascendencia de campeonato. Una rápida despedida y llegada a los vestuarios de Uspallata, puso fin a esta hermosa travesía. Los caracoles de Villavicencio y la visita a la bodega del afamado Santa Julia, fueron el plus del alargue!.

Un abrazo
El colo (DT)


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