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Pajarraco de la Puna
remontando el pasado con una 4x4

Una espectacular travesía para vehículos todo-terreno en las alturas de la puna catamarqueña Argentina que intentó redescubrir una figura alada materializada en pequeñas piedras de obsidiana negra y vista por última vez hace más de 25 años. Una planificada estrategia casi militar para lograr además distintos objetivos secundarios, sirvieron para despuntar el vicio de poner la doble a destajo. Casi una semana a más de 4000 msnm desafiando el invierno austral, puro off-road y mucho más....


La magia de Internet
Algo ha cambiado, los viajes ya no son los mismos. La tecnología irrumpe en nuestras vidas, nos divierte, entretiene y a veces literalmente nos salva la vida. Esta es la historia de un grupo de personas a los cuales la era del silicón les ha cambiado la vida. Ahora es fácil programar, discutir, disfrutar frente a la pantalla de una PC, es la era de los Foros de Internet y éstos no le fueron ajena al Pajarraco de la Puna. 383 Mensajes y 103 Temas intercambiados, nos hicieron “viajar & disfrutar” por anticipado. Las cartas satelitales y la programación de los tracks en 3D nos da ese punto de vista aéreo como ninguna guía tradicional lo había hecho hasta ahora. Como es aún posible que aún existan en nuestro planeta sectores de territorio, en donde los ojos del satélite –de ahora en más- nuestros ojos, descubran desde su perspectiva testimonios del pasado que por su inaccesibilidad (acorde a la máxima actual de que si no se puede llegar rodando, no existe) quedaron relegados al olvido en viejas “transectas” o líneas que unían en forma directa, viejos asentamientos a pie o a lomo de mula. Como puede aún posible encontrar lugares impolutos y seamos los primeros en abrir huella, ese lugar existe y se llama Argentina.

Un largo enlace
Los poco más de 1500 Kms. que nos separan de la pequeña población de Belén, sirvieron para empezar a conocer a los integrantes del grupo, hasta ahora muchos de ellos simples “nicks” en la pantalla de una computadora. Una convocatoria audaz que debería lograr objetivos que a priori se intuían difíciles. Una cosas es hablar y otra es sentirse a la altura del resto del grupo. Las marcas, modelos y equipamiento de las camionetas comenzaron a emparejarse al mismo tiempo que lo hacía nuestra velocidad de crucero y ya se podían distinguir las voces por la radio. Una voz y un nick, las cosas empiezan a mejorar.
El pavimento había pasado al olvido cinco horas antes de llegar al pequeño caserío de El Peñón, el tiempo que costó ponernos en marcha esa mañana (a sabiendas la última en una cama) y la retrasada llegada de los que habíamos optado por viajar de noche, motivó el primer cambio en el itinerario. Antofagasta de la Sierra y su pequeña estación de servicio (la única en 300 Kms. a la redonda) nos vio llegar a eso de las seis de la tarde. Las tres primeras pinchaduras de neumáticos, lo avanzado del horario y la proximidad de la Hostería Municipal, fueron tentación ineludible para algunos, pero no todos. Era el primer día de travesía y el entusiasmo Javier, Gusi y Alfredo, eran inversamente proporcionales a la distancia al primer Waypoint para la búsqueda del Pajarraco, solo 25 km. La inoportuna rotura de un neumático de Javier, lo obliga a volver. Con la Cherokee de Alfredo y la Toyota de Miguel decidimos seguir, estábamos tan cerca, solo 8 kilómetros a campo traviesa nos separaban del supuesto sitio del Pajarraco. Tardamos lo suficiente como para que en el momento que los GPS marcaran que faltaba 200 mts. un ridículo intento con linternas nos bajaran las R.P.M. y a las 21.00 horas nos diéramos cuneta que teníamos que acampar. Inútiles intentos por encontrar un lugar liso y protegido, nos vieron desandar más de 6 kilómetros hasta un lugar donde la huella se hacía cajón, las camionetas nos vieron durmiendo en su interior por primera vez, y nos sería la última.


Cabeza dura Yo?
Los 4200 msnm y los –10ºC, nos pusieron en camino antes del amanecer, “los del Hotel” deberían empezar a saldar cuentas con nosotros. El Pajarraco lo habíamos dejado muy cerca, lo que no era sinónimo de fácil. Un nuevo Waypoint ahora relevado por nosotros, le daba al resto del grupo la facilidad que ayer nos había penalizado con el pernocte en las camionetas, entendimos que éramos un grupo y esperamos su llegada. Empezamos a entender que encontrar el Pajarraco no sería tarea sencilla,... ellos tenían el paramotor.
La discusión por la carga del paramotor y el parapente de Matute como equipos necesarios para la expedición, fue casi tan larga como la espera a que el equipo estuviera listo y en condiciones de volar en la increíble altura de despegue de 4600 msnm (el record Guinness de vuelo se encuentra en los 5330 msnm). Un primer intento fallido de despegue y las 14 personas que rodeábamos al piloto, vimos espantados como Carlitos –ayudante de vuelo- en el afán de desenredar unos sustentes mete la cabeza dentro de la cavidad de la hélice, la cual lo golpea y tira de espaldas al suelo. Solo los dos gorros de lana que tenía puesto es ese momento, nos ahorran el penoso trabajo de juntar parte de su anatomía cerebral del áspero suelo altiplánico. Con la hélice partida, se terminaban nuestros vuelos y la mejor oportunidad que teníamos de encontrar el Pajarraco. El resto del día fue un intento vano de cubrir casi 100 km2 de territorio con las camionetas. El punto al que aproximamos con Alfredo y Guillermo, al menos a nuestro nivel de piso, poco se parecía a un Pajarraco. Era hora de “exprimir” un poco más a Enrique (el descubridor del Pájaro hacía ya 25 años). Poco a poco y a fuerza de subir algunos cerros a campo traviesa, la recordación de eventos por parte del copiloto de Javier mejoró de tal forma que nos puso en el caserío donde un viejo puestero –evidentemente más memorioso, o con menos cosas que recordar- dijo lo que estábamos esperando, recordaba el día del descubrimiento, y lo que es más importante, para donde habían ido. La “transecta” hacia Antofalla cambiaba el eje de búsqueda 50 kilómetros más al norte y tiraba por tierra las búsquedas satelitales hogareñas. Estábamos donde habíamos empezado hacía meses, pero con mucho menos combustible. Intentos vanos a 4800 msnm. lo único que dejaron en claro era que sin el paramotor y sin la ayuda de caballos para recorrer la intrincada geografía, el Pajarraco seguiría siendo un desafío para más adelante. Noviembre quedó fijado en el calendario, al menos para Enrique.

Incahuasi y la experiencia de dormir en un socavón.
El viejo camino a Antofalla, nos vio transitando una huella en desuso al Salar del Hombre Muerto, era tarde y había que cortar camino. La primera cosa bien que nos salía en todo el día. La alternativa de dormir en el único corral de piedra que encontramos ese día, no era para mi aceptable. Conocía de las bondades de estabilidad térmica de un viejo socavón de la época jesuita (siempre estable a 9ºC) que había explorado el año anterior. Podíamos darnos el gusto de llegar tarde, y así fue. Explorar los estrechos túneles de Incahuasi en la noche, fue un divertimento clave para relajarnos de la tensión del día. El susto que nos provocó la emboscada de Gusi, Alfredo y Matute, casi nos matan literalmente del susto. Se habían escondido en una galería secundaria y al saltar sobre nosotros, justo en medio de una conversación sobre los cientos de almas que esos túneles se habían llevado en épocas de la colonia, nos relajó y divirtió haciéndome olvidar mi evidente claustrofobia. Cocinar y dormir dentro del túnel, será una experiencia de esas que quedan archivadas muy hondo en la memoria. Buscar al otro fantasma, el Skyhawk o Halcón de la Fuerza Aérea Argentina caído en medio de una salar, tampoco.

El A4C, hablando de fantasmas...
Atravesar el Salar del Hombre Muerto, cortando por su centro resultó una experiencia alucinante. Horacio -el fotógrafo del grupo- desesperado al no poder controlar a esas siete camionetas que encolumnadas en medio de uno de los salares de altura (4000 msnm) más hermosos del país, alejaba la esperanza de la foto del año. Una hora nos tomó atravesarlo, casi el mismo tiempo que nos llevó llegar al primer gran médano de arena que bloqueaba nuestro paso al misterioso salar en donde “nos habían dicho” que un venerable caza de ataque y probablemente el exponente más representativo de la aviación de combate Argentina yacía abandonado luego de que su piloto realizara un aterrizaje de emergencia en el 94.
Trepar el médano de arena suelta y seguir las indicaciones del GPS por más de 5 kilómetros a campo traviesa en dirección a nuestro supuesto objetivo nos puso sobre un privilegiado y altísimo balcón sobre el salar. Bajamos de las camionetas casi corriendo a mirar por el borde -en definitiva-, solo 3 kilómetros indicaban nuestros aparatos, tendríamos una confirmación visual, nuestra segunda búsqueda tendría que convertirse en realidad... y allí estaba !. Momento sublime para el grupo, el JB de los muchachos del Club Ranger –Gustavo y Alejandro- no se hizo esperar. Lo habíamos encontrado, llegar a él sería cuestión de estrategia y una buena dosis de manejo todo-terreno. Con potentes prismáticos logramos identificar una precaria huella que corría Norte-Sur sobre el manto de arena que bordeaba al salar, era solo cuestión de “tirarse de cabeza”, que a algún lado saldría –dijeron algunos-.
Varias horas nos demandó circular sobre las crestas que bordeaban la hoyada, tres o cuatro quebradas descendían los 300 metros que nos separaban del plano del salar, pero era claro que por cualquiera de ellas, la bajada no tendría retorno, sabiendo que aún bajando, la huella divisada corría a más de 500 metros del faldeo, podríamos llegar a ella?.
Como muchas veces pasa en este tipo de travesía, solo con una dosis de coraje y algo más de inconciencia, Alf y Gusi se tiran por una canaleta que los traga casi de inmediato. Gus y Ale toman la posta de esperar a que lleguen abajo (cosa que les toma un par horas más) mientras que el resto del grupo se divide en dos para tratar de procurar una “salida” viable a los loquitos que se tiraron sin saber si encontraríamos la forma de sacarlos de allí. Dos por el Sur, tres por el Norte. Primero seis kilómetros al Norte, nada. Volvimos. Luego otros diez, volvimos. Pasaba otra hora y los de la barranca, complicados. Había que volver a estudiar las cartas. Un salar y un barreal más, casi a 60 kilómetros al Norte nos daban la posibilidad de entrar. Reagrupamos y para allá fuimos. Con la ayuda de un desconfiado puestero que al interrogarlo y después de unos minutos de mirar nuestros vehículos dice –“... y tal vez con eso pasan”- encontramos el tan buscado acceso.
Ya casi sin alcance de radio, Alf y Gusi nos cuentan que calentaban el agua del mate “al lado del avión!”, no solamente habían llegado, sino que atravesaron el salar hasta el mismísimo siniestro. Habían pasado siete horas desde que salimos de Incahuasi, se habían hecho locuras, pero ya nada de eso importaba, estábamos junto a los restos de un posible héroe de Malvinas. La sola visión de las ametralladoras de 30 mm bajo las alas del Halcón, nos heló la sangre, casi tanto como el hecho de imaginarse al piloto pasando la noche envuelto en su paracaídas esperando el rescate por helicóptero, nosotros habíamos venido a rendirle homenaje, pero en 4x4 !


Mal de Altura, la pesadilla del altiplano.
Como en días sucesivos, estirábamos el horario más de la cuenta. Arriba de los 4000 msnm siempre es complicado dormir. Hoy había una carta por jugar, una mina de Borax que está justo en nuestro camino al volcán más grande del mundo, el Galán y su cráter de casi 40 km. de diámetro. Otra vez de noche, esta vez invocando solidaridad... para 15 personas !. La minera en un gesto propio del que conoce los rigores de la puna, nos aloja en una casa que para nosotros resultó igual a un cinco estrellas, dormir en el piso era lo de menos.
El fuego de la estufa a leña hacía rato que se había apagado cuando el sonido de la tos de Enrique nos enfrentó al tan temido Mal de Altura, el diagnóstico en la enfermería del lugar, fue categórico: edema pulmonar. Una rápida decisión –tal vez la única- había que “bajar”. Los casi 5000 mts. del Galán no eran opción, la tos con sangre un claro indicio que algo andaba mal. La salita de primeros auxilios de Antofagasta de la Sierra a 3400 msnm, nuestro próximo destino. Con la amable guía del Jefe de Yacimiento, cortamos por el salar hasta la portería del otro yacimiento, ahora de Litio. Un terraplén sobre el salar y un “portero visor” que tenía esperando a dos pobres hombres en su camioneta “desde el día anterior”. Como ya conocíamos el truco, mandamos a dos personas a caminar el kilómetro que nos separaba de las oficinas, no habían hecho 500 mts. que una camioneta se dirige hacia nosotros para abrirnos. La propiedad de los salares y el tema regalías por la explotación de nuestros recursos, un tema aparte. Una vez instalado Enrique en la Hostería, un jugoso aporte de Horacio sobre la posibilidad de unir Antofagsta con el Volcán Galán ahorrando 60 kilómetros, nos puso en el campo traviesa otra vez.

Y qué más nos queda... el Volcán Galán !
Casi sin quererlo, una de las partes más entretenidas de todo el recorrido se presentó esa tarde cuando cerca de las 14.00 horas terminamos de hacer combustible y nos decidimos a “cortar” camino al Galán. Dormir en las camionetas a –20º, perdidos y en el fondo de una barranca sin salida, fue un merecido precio por disfrutar de semejantes paisajes. Eran ya cerca de las nueve de la noche y el último mallín congelado que se había tragado nuestra camioneta, nos había puesto en jaque con el horario. Ponerse a dormir tan temprano y con la angustia de saberse perdido no es el mejor aliado del sueño, los motores encendidos toda la noche, tampoco. El visor del reloj de la camioneta, presente cada diez minutos, supo de la agonía que significaba esperar el amanecer altiplánico (08.10 AM) desde pasadas las 3.00. Encontrar la salida a pocos metros de donde nos habíamos quedado la noche anterior, disparó la algarabía general, las últimas 6 horas de las 10 que tardamos para cruzar, templó el espíritu y se ganó el nombre de “equipo”. La visita a la confluencia (www.confluence.org) más alta del mundo, los rescates en la vega de Aguas calientes y la decepción en los agujeros del Galán (inmensas depresiones alineadas pero estériles y sin gracias aparente) completaron de los gigas de memoria disponible de nuestros discos rígidos cerebrales, la cervecita antes de salir de Antofagasta cerca de las 19.00 horas, puso punto final a esta hermosa travesía. Pero la acción todavía no había terminado...

Atento Colo,... que chocamos.
El plan era comer unos ravioles caseros en un restaurante conocido de Belén. Casi ya dos días llevaba la fantasía grupal de una buena cena (ducharse y cambiarse la ropa al sexto día de viaje, parecía ahora secundario). El inquieto de Eduardo y su copi Matute, salieron haciendo punta. Casi 10 kilómetros duraron, aún nosotros reaprovisionando en Antofagasta cuando se los escucha por la radio pedir ayuda. Le habían pegado a una piedra, hasta allí llegarían en el “chiquitín” del grupo. Un rápido rescate y primeros auxilios por parte de nuestro “doc” Gusi, mantuvieron la situación controlada hasta que los pudimos llevar al hospital. “Preguntar por Mamani” decía el cartelito de la puerta de la salita, la única enfermera del lugar. La fea cortada en la mano de Eduardo, posiblemente sea la cirugía más emocionante del último año, aunque más no hayan sido más que 20 puntos. El Lada necesitaba algo más que eso. Con el uso de los malacates y la rápida acción de la Gendarmería y la Policía nos trajimos al Lada a remolque a la seguridad del Batallón. Más que adecuado sitio para el “reposo del guerrero”.
Eran ya las 12.00 PM y faltaba la última locura, hacer las cinco horas para bajar del altiplano a Belén. Con Guillermo y Miguel nos despedimos del resto del grupo que habían decidido quedarse a dormir en la hostería, nosotros viajaríamos toda la noche y el resto de las 24 horas de enlace con Buenos Aires -teníamos compromisos que cumplir-, y no podíamos estar más satisfechos con éste viaje, la experiencia en “tiempo real” superó cualquier fantasiosa especulación on-line. Después de todo, escribir es fácil, viajar y sentirse parte de un equipo no lo es tanto.

Pero las sorpresas aún no terminarían,...
Atento,... que ....

Un abrazo
El Colo


Objetivos primarios:
a) redescubrir un geoglifo dibujado en el suelo con pequeñas piedras de obsidiana negra formando una figura alada al borde de una vega y cuyas dimensiones aproximadas concuerdan al de un estadio de fútbol, fue visto desde una lomada por última vez hace 25 años por personal contratado por el Gobierno de los EEUU afectado a tareas de recolección de semillas para un banco de germoplasma universal, en la zona del altiplano argentino y que dada su inaccesibilidad, condenado al olvido.

b) intentar abrir una aproximación-4x4 al siniestrado avión militar-A4C, caído en 1994 en el Salar el Tolillal -inmediaciones de la mina Tincalayo al norte del Salar del Hombre Muerto- y que por su difícil acceso, lo mantienen aislado y lo convierten en otro objetivo-4x4 muy tentador.

c) aproximar y documentar dos anomalías descubiertas en las imágenes satelitales en la región conocida como "caldera del Galán", dentro de uno de los cráteres más grandes del mundo -45 km de diámetro-". La primera es la conocida entre amigos como la "Perla del Galán" o "Culis Mundi", un pequeño cráter secundario perfectamente circular e inundado, de apariencia muy extraña.

d) segunda anomalía: una serie de 24 puntos negros (agujeros de aprox. 30 mts.de diámetro) alineados en dos filas y distanciados en forma semi-simétrica muy particulares y de los cuales no se tiene conocimiento de que han sido visitados ni fotografiados.

Los Integrantes:
GRUPO I: (los hoteleros)
ALFREDO & GUSI (EL DOC) – Cherokee Sport
MATUTE y "CACHO EDU VIAJEROS " – Lada Niva
CARLITOS y TANO – Toyota SR5
GUSTAVO y ALEJANDRO “WALE” – Ford Ranger
JAVIER y ENRIQUE (EL PAJARÓN) – Toyota SR5

GRUPO II: (los trasnochados)
COLO & MIGUEL – Toyota SR5
GUILLE ("...me aguento el frio donde sea xq soy re-macho y no uso oxigeno " y su gran copi
"EDU cocinero y gran mecánico" – Mitsubishi L200

La travesía en números:
4000 kilómetros y cientos de litros de combustible.
2 kilos de milanesas y varios packs de agua mineral.
7 GPS y poco sentido de la orientación.
3 cubiertas pinchadas y casi siempre el mismo...
20 puntos de sutura y un muy buen ánimo.
50 pañuelos descartables para la tos con sangre y 5 botellones de oxígeno.



Videos del Pajarraco de la Puna I

Descripción:  Expedición realizada con vehículos 4x4 en el NorOeste Argentino. A mas de 5.000 mts de altura y con temperaturas muy inferiores al punto de congelamiento.

 

CAP 1


12 min 47 s - 28-ago-2006

CAP 2


7 min 55 s - 31-ago-2006

 CAP 3

11 min 11 s - 31-ago-2006

Regresando al A4 Skyhawk - Agosto 2006

2 min 57 s - 10-sep-2006

Descripción:  Agosto 2006, regresamos una ves mas al A4 Skyhawk caído en el 94. Salta - Argentina

 


 

 
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